Vargas encuentra la noción de competencia articulada a dos constructos educativos: las situaciones de aprendizaje y el aprendizaje significativo. Parte de la idea que la nueva exigencia educativa busca desarrollar competencias a partir de éstos constructos.
Su planteamiento parte de siguiente interrogante: ¿son los logros que busca el mundo del trabajo … semejantes a los logros generales que la educación desde siempre ha proclamado que persigue?.
Por un lado, acepta que la competencia académica está siendo desplazada por la competencia operativa, propia del mundo del trabajo. Por ello, hay que buscar una mejor articulación entre estos dos objetos de estudio, toda vez que ser competente –asegura- “se refiere a unas capacidades que aún siendo operativas, se encuentran articuladas sustantivamente con distintas formas de saber; ser competidor en cambio, refiere a un rol concreto dentro de unas relaciones sociales de ganar-perder.” Así, las instituciones educativas podrían terminar transformando la formación “inteligente y ética para servir”, en una “automatizada y eficiente para ganar.”
Por ello, el desarrollo de las competencias debe incorporar la colaboración humana, para fomentar el espíritu comunitario en el trabajo y en la empresa.
Por lo anterior, Xavier Vargas consigna algunos cuestionamientos: ¿No queda la práctica profesional desprovista de sentido si se le desarrolla sin análisis y reflexión teórica? ¿No toma el mundo de la empresa un control excesivo de las operaciones socio-profesionales si se desnudan éstas de su carácter reflexivo y conceptual?...¿cómo se opera el mundo sin comprenderlo? O mejor, ¿a qué intereses sirve una operación del mundo sin su reflexión y su comprensión? ¿No debería entonces ser considerada la competencia –por lo menos en el mundo académico- como una noción que incluyera un diálogo de ida y vuelta entre el objeto socio-profesional al que sirve utilitariamente y el objeto de estudio que la provee de significado y sentido.
Asegura que el mundo académico ha perdido su sentido semántico original, la idea de “hacer a alguien capaz de”, para convertirse en un término que responde a fines estrictamente utilitarios y operativos.
En lo particular consideramos que la educación, en general, debe ceñirse al sentido original de la filosofía: “el amor a la sabiduría”. Si bien se reconoce que el conocimiento práctico ó pragmático es necesario en el mundo del trabajo, no siempre debe ser utilitario. Recordemos que los más grandes descubrimientos e inventos de la humanidad se forjaron en la reflexión y en la búsqueda del conocimiento ó de la “verdad”. De hecho, la ciencia pura, en más de las ocasiones, ha permitido el descubrimiento y desarrollo de nuevas innovaciones, que han mejorado el bienestar humano. Nociones inimaginables en una época, como el poder volar y utilizar máquinas “pensantes” (Da Vinci, Verne o Assimov), se convirtieron en realidad gracias a la inventiva, curiosidad y empeño de algunas personas por generar nuevo conocimiento.
¿Cómo y por qué razones habremos de re-significar esta noción –sentido semántico de educación- para que tome un significado más académico que vincule los marcos referenciales teóricos del estudiante con la acción misma en que se ponen en juego precisamente esos saberes? ¿Es esto posible? ¿No conspira de origen, académicamente hablando, la noción de capacitación contra la noción misma de educación? ¿Capacitar y educar son realmente cosas distintas? ¿Por qué? ¿En qué estriba la diferencia que hace a los académicos alejarse de la capacitación para atrincherarse en la educación, al mismo tiempo que a los empresarios alejarse de ésta para atrincherarse en aquella?
En lo académico el aprendizaje significa, sobre todo, que el estudiante incorpore “a su acervo personal unos nuevos contenidos”, lo que deja fuera el “proceso de autoconstrucción de sí mismo.” ¿En qué examen final, de prácticamente cualquier materia …, se analizan y reflexionan los cambios estructurales y personales ocurridos en los estudiantes en tanto seres humanos por encima de los contenidos programáticos?
Creemos que en ninguno. De hecho, la mayoría de los profesores se preocupan más por terminar los contenidos, toda vez que la evaluación institucional le exige que lo haga. Lo anterior hace que se le de más importancia a la “forma” en que se educa, que al “fondo”; es decir que, como, porque, para que y a quién se enseña.
Entonces, a decir de Vargas: ¿por qué cuando se habla de aprendizaje el énfasis educativo está puesto en los contenidos y en el proceso de enseñanza-aprendizaje y no en la identidad personal y el proceso de transformación del sujeto?
Pensamos que los contenidos responden a una necesidad social de conocimiento estructurado ó unificado, es decir buscan una cierta uniformidad de saberes. Por ello, en la RIEMS se habla de competencias genéricas, disciplinares y profesionales. Así, el estándar esta dado por el cumplimiento de la norma establecida para cada competencia.
¿Qué es entonces lo que realmente lo constituye? Si es el estudiante quién aprende y lo que aprende lo construye él mismo, ¿por qué hablar de mediación?
Vargas dice que “no es posible mediar ni facilitar el aprendizaje significativo, sencillamente, porque el maestro no puede mediar ni facilitar las necesidades cognoscitivas intrínsecas del estudiante que fundan sus procesos de adaptación.” Señala, que mucho ganaría la educación si el maestro se preocupara por escuchar y responder a las necesidades cognoscitivas del estudiante. Coincido en esto último, pero para el planteamiento de que “no es posible mediar”, difiero con él.
Como diría el mismo Vargas, siguiendo un planteamiento de Habermas, existen tres modos distintos para abordar la construcción de conocimiento: “en el interés por predecir y controlar, el conocimiento se construye buscando relaciones de causa-efecto; en el interés por interpretar y comprender el sentido de las cosas, el conocimiento se construye buscando la estructura de las relaciones que tales cosas guardan con el todo que son y entre sí; y en el interés por la emancipación o la transformación de una realidad, el conocimiento se construye buscando aquellas acciones cuyo efecto trasforme la realidad o las relaciones de poder que el estudiante no desea.”
Finalmente, ¿Cuál es la relación estructural entre el desarrollo de las competencias y el aprendizaje significativo y situado?
Xavier Vargas reconoce la importancia que tiene para la educación, el ubicar el corazón del proceso de enseñanza-aprendizaje en la acción, toda vez que es en ella que la construcción de conocimientos se garantiza al poner en conflicto cognitivo la organización de los esquemas de entendimiento de la realidad; para apropiarse del mundo de un modo específico y donde el conocimiento toma un sentido singular y propio para cada persona. Esta “movilización de la organización de los esquemas -producida por los procesos de asimilación y acomodación que cada acción de adaptación implica indisociadamente- la que re-construye unos determinados conocimientos en pos de asimilar unos nuevos, desarrollando así, al fin, una nueva competencia.”
Competencias que requieren un sentido socio-ético y un sentido teórico-crítico. El primero, para situar el desarrollo de las competencias reflexivamente en “la dirección socio-evolutiva de la especie”, y de los valores humanos. El segundo, en el sentido del análisis y reflexión en la búsqueda más amplia de conocimiento humano, que permita el desarrollo del mismo.
Todo ello condensado en el informe Delor´s de la Unesco: “La educación encierra un tesoro”. “Saber conocer y saber hacer resuelven la tarea humana de saber el qué y el cómo, pero de ninguna manera alcanzan para resolver social y éticamente el con quién y el para qué. Para ello, se necesita –en palabras de Delors- saber convivir y saber ser.”
Así, al desarrollar competencias, no sólo se desarrollan ciertas capacidades, sino se construye la identidad de la persona, del maestro y del alumno, en relación a su contexto y al mundo. Esto lleva a decir que: el aprendizaje no es algo trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera.
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Hola Pepe
ResponderEliminarMuy acertadas tus apreciaciones con respecto al material abordado por Xavier Vagas que maneja que la nueva exigencia educativa es desarrollar competencias para lo cual se tiene que hacer a partir de aprendizajes significativos y situados en la realidad, de no hacerlo así,seguirá siendo un trabajo ajeno y sin impacto para el estudiante. Cabe señalar que el rol del maestro en esta tendencia es de actor principal por lo que se debe de actualizar y asesorar constantemente, así como también capacitarse en el uso, y manejo de las nuevas tecnologías de información y comunicación.